Su madre la
parió, ¿quién si no?, bajo su techo (de la casa). Casa que cumple hoy 215 años.
En los bajos
había la tienda…. A las 5 en punto de la tarde de un 13 de julio, el padre supo
que era una niña, en el momento en que media los 250 gramos de colonia en el
medidor de cristal. No era su primera hija, pero como si ya intuyera que seria muy especial en su vida… resbaló de sus manos el
medidor y al suelo fue a parar.
Aún se
disculpó con los clientes.
Pasaron años y
años y más años. Ventanas, puertas, lavadero, cobertizo de las herramientas,
gallinero, conejeras, palomar, fresas, judías
verdes, patatas, melones, criadero de caracoles, coles gigantes, zanahorias, madroño,
narcisos, ropa tendida, menta, tomillo, salvia, tulipanes, campanillas de San
Jorge, laurel, ciruelo, manzano, ….
Él vivía,
ella crecía.
Él murió. La
madre paso a ser el objetivo principal de la niña. Las dos compartieron muchas
cosas que los tres abuelos, los dos tíos y los hermanos desdibujaban en el
conjunto.
Los valores
del padre, la sensibilidad y el cariño que la niña ha descubierto con la
dualidad de la relación al lado de la madre, ha despertado la mayor felicidad y
riqueza que una persona pueda experimentar.
El martes 17
de noviembre de 2015 las llaves de la casa pasan a otras manos. Las maquinas derrumbara
la casa… pero nunca los recuerdos y las experiencias vividas.
Por vosotros
Josep y Elvira que me habéis hecho la persona que hoy soy.
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