3.7.12

Ellas son testigos de...

la luna y la ventana
Desde que nací hasta que me fui, para casarme y vivir  en la ciudad vecina, ellas fueron testigos de mis primeros llantos, primeros pasos, del juego que establecía con las gallinas del patio, de los primeros rayos de sol que intentaban poner color a mi piel blanca, de mi primer bañador con listas verticales de color blanco y rojo, del  descubrimiento sexual, del aparejamiento del macho conejo con las 7 conejas que convivían con las 12 gallinas, el gallo y los polluelos , bajo el control de la mirada de mi padre mientras escuchaba la retransmisión de los deportes por la SER.
La luna no sé cuantos años tenía ni tiene, de referencia pongo el salmo 72 de la biblia donde se lee “tú eras temido desde la época del sol y antes de la época de la luna”. ¡Uffffff y eso de biblia me suena que es muyyyyyyyy antiguo!
La ventana tiene 247 años, cuando se traslado desde un pueblo pequeñito, a 35 km de distancia, a mi pueblo natal. La primera dinastía de mi árbol genealógico que construyó la casa. Masía rural, donde hoy está rodeada por el núcleo comercial y peatonal del pueblo que ha ido creciendo. 
La luna ha seguido el proceso natural (supongo), la ventana ha vivido transformaciones en su entorno: desagües, conducciones de calefacción, cables para la antena de TV, etc.
Si sigo con el tópico de: "Si las piedras o las paredes hablasen", pues os explico que detrás de esta imagen de la ventana hay una habitación, en mi recuerdo esta, cuando yo tenía 13 años, vele la última noche en vida de mi abuelo. De las 22h a les 7 de la mañana. A las 10  mi padre me despertó comunicándome la muerte de mi abuelo. Es un recuerdo hermoso, muy entrañable. El primer contacto con la muerte de manera natural, sin miedos. 
De la misma forma recuerdo mis primeras experiencias sexuales, por el lado exterior de la ventana, también está en el recuerdo de forma natural y sin miedos.
Soy afortunada por ser hoy consciente, que en mi infancia/adolescencia, la luna y la ventana han estado a mi lado, observado calladamente, mi crecer de “forma natural y sin miedos”